¿Y si fraccionamos los recibos de las empresas también?

19 de May de 2020
GSA

Autor

Escrito por Paul Montjoy, Asociado

Nadie previó la posibilidad de que una pandemia de esta escala pudiese paralizar la economía nacional y mundial, pero ocurrió. Ante esto, el Gobierno ha emitido una serie de decretos con la finalidad de salvaguardar la economía de las personas, lo que está bien. Una de esas normas ha sido el Decreto Supremo No. 036-2020, mediante el cual se aprobó el fraccionamiento de los recibos pendientes de pago de los servicios de saneamiento en el mes de marzo o que comprendan algún consumo realizado durante el Estado de Emergencia Nacional.. Esto para los usuarios de la Categoría Social y  la Categoría Doméstica, siempre que dichos consumos no superen los 50m3.

Hasta ahí todo bien, pero si el lector está atento, se dará cuenta de que se ha marginado del beneficio a los usuarios de las Categorías Comercial e Industrial; es decir, las tiendas y las fábricas deben seguir pagando sus recibos de saneamiento con normalidad a pesar de que la gran mayoría de ellas ha paralizado su actividad económica.  Muchas personas tienen la noción equivocada de que las empresas en general tienen mucho dinero, y por ello deben cargar con el mayor peso económico de la crisis. Eso no es cierto, la realidad peruana es que las grandes empresas solamente representan el 0,6% del total de empresas nacionales. La pequeña empresa representa el 4,4% del total, mientras que las microempresas representan aproximadamente el 94,7% del total de empresas nacionales, según el INEI.

En realidad, por el contrario, nuestra economía se sustenta en los micro emprendedores que generalmente viven del día a día. Pensemos en una bodega, en una ferretería, en una pequeña empresa de soldadura industrial que representan la fuente de ingresos de la gran mayoría de personas de los sectores C, D y E que, sin ese sustento, caerían en la pobreza.

La actividad de estas empresas se ha paralizado y por lo tanto, en su gran mayoría, han dejado de percibir ingresos. Muchas de estas empresas tienen que pagar el salario a sus empleados (entre formales e informales), tiene que pagar sus obligaciones (pensemos en un microcrédito que obtuvo un carpintero para comprar madera y herramientas de trabajo) y, adicionalmente tienen que pagar impuestos y servicios. Es muy probable que muchas de estas empresas no puedan soportar la situación económica y quiebren o pasen a la informalidad, que es mucho más barata. La situación en las pequeñas empresas no es más alentadora, tienen una planilla de empleados a quienes pagar y muchas han sido constituidas con la ayuda de créditos bancarios. Tampoco es bueno el panorama de las grandes empresas, sobre todo de aquellas que producen en sectores que no son de primera necesidad y han tenido que parar la producción por dos meses, o se han visto perjudicadas por una disminución drástica de sus ingresos.

Se estima que los sectores más afectados serán, sin duda, el sector turismo, pero también las empresas que se realizan una actividad al por menor, que representa el 26% del total; las actividades de servicios personales, que representa el 12.8%; la actividad de servicios prestados de empresa a empresa, que representa el 9.2% del total de empresas nacionales. Estamos hablando del 48% de empresas que están ya en una situación complicada o de potencial quiebra. Es necesario ver a las empresas como lo que son: los puestos de trabajo de millones de personas. Es decir, el sustento económico de las familias peruanas. Por eso si el Gobierno facilita un fraccionamiento de los recibos en los mismos términos que a los domésticos y sociales, podrán cuanto menos tener un gasto menor para así poder preservar más puestos de trabajo, evitar caer en la suspensión perfecta o evitar romper la cadena de pagos.

En el Perú tenemos cerca de dos millones trecientas mil diferentes fuentes de generación de empleo. El 94.7% de ellas son aún pequeñas, pero suficientes para mantener millones de hogares peruanos. Cuidemos a nuestras gallinas de los huevos de oro, no vaya a ser que nos quedemos sin nada como los granjeros de la fábula que se le atribuye a Esopo.